Sabes que es posible que tu fuerza interior sirva para energizar las cosas que haces todos los días, sean aquellas que corresponden a tus obligaciones del trabajo y responsabilidades, así como todas las otras en las que estás pensando porque quieres llevarlas a cabo en el mismo día de hoy. 

O también aquellas nuevas tareas, independientemente de tu trabajo, por ejemplo, colaborar decididamente en ayuda en las acciones que desarrolla una ONG, aunque sea que lo haces de manera altruista, que no cobras un duro por ello, pero tú quieres sentir que con tu contribución a esa causa estás haciendo algo para mejorar las condiciones de vida de las personas. 

Sin duda, una de las maneras más hermosas de cargar nuestras “baterías internas” (esas que nos dan fuerza), es ayudar a los más desfavorecidos, a las personas que son vulnerables etc. Te aseguro que es como un “chute de energía” limpia (nunca mejor dicho), que te permite seguir estando concentrado y con fuerzas suficientes en todo lo otro que tienes que hacer como obligación.

Porque te sientes lleno/a, una satisfacción profunda, comprometido/a con algo que va más allá del día a día. Cuando tienes la capacidad de hacerlo, sin duda el alcance de actividades de cada día en tu vida estará simultáneamente más ampliado, pero, a su vez, será mucho más eficaz tu manera de sacar tu trabajo, porque sabes que no puedes perder un minuto de tu tiempo.

O si tus experiencias y capacidades quieres transmitirlas, una buena manera de ayudar a las personas, que, por ejemplo, viendo un vídeo (tipo tutorial que hayas realizado) lo conviertes en una especie de curso. Y entonces te harás la pregunta: ¿tendré la suficiente energía para hacerlo y mantener mi eficacia en las cosas obligadas que hago a diario? 

Sin duda, es una cuestión de que te organices y establezcas prioridades. Pero cuando le dedicas horas de preparación que vas intercalando en los momentos que puedes, ya que estás trabajando dos días de tu semana de manera remota (por un acuerdo con tu empresa), entonces puedes disponer mejor de tu tiempo. 

En cuanto ordenes adecuadamente tu agenda de tareas, vas a poder disponer de horas para realizar ese tutorial, que sirva para que la gente pueda comprender como haces para vender más, o para llegar a más personas que compren determinado producto y/ o servicio, o sea, convertirte en un coach y/o formador.

Seguro que te sobra tu capacidad de generar energía 

Cuando te estoy hablando de la fuerza interior, es que, aunque tú no lo creas… ¡la tienes y de sobra! La cuestión es saber cómo añadirla a la otra fuerza ordinaria que aplicas en cada jornada en tu trabajo y en el resto de cosas que haces. Cuando aprendes a que es posible sacar aún más fuerza de tú interior y volcarla hacia otras actividades, o sea, hablando coloquialmente, tu interior canaliza como un volcán esa erupción que se convierte en energía (se materializa) en cuanto sale al exterior, pero convertida en una especie de malla protectora que te da la seguridad de que lo que estás haciendo, está bien hecho. ¿Tan seguro estás? ¡Pues sí! En primer lugar, tienes la convicción para hacerlo; y, en segundo lugar, tienes la determinación, ese convencimiento profundo (originado en tu convicción) que se transforma en acción (decidir hacer algo o decir una cosa o planificar un curso de acción, etc.) pero orientada con una dirección clara

Creer en lo que haces

La convicción profunda bien dirigida hacia la meta que te has fijado, está soportada porque crees en lo que vas a hacer, o que crees en lo que estás haciendo en este momento a pesar de las dudas que expresan, quizás, algunos compañeros de equipo, o dado el caso, el socio que tengas que no está creyendo en tu nueva propuesta. 

La energía se contagia

La energía que pongas sobre la mesa y que los demás, sean las circunstancias que sean, vean que tienes claras las cosas, que las has explicado bien, que comprenden los pros y los contras, entonces, habrás logrado también que ese convencimiento permita que las otras personas se sumen a tu iniciativa, o la aprueben, o que, dada la situación particular, al menos no estén en contra. ¿Qué es lo que habrá sucedido? Tu barrera impulsora al mismo tiempo que protectora, ha sido la energía que todos han percibido.

Vamos a profundizar un poco más qué entendemos por energía

Es la capacidad que tenemos las personas para que nos permita llevar a cabo nuestras actividades diversas, sea estudiando en la universidad, trabajando en la empresa en la cual somos empleados o jefes, lo mismo que también en nuestra vida cotidiana de casa, ya sea preparando una comida, haciendo limpieza, o si estamos practicando un deporte, jugando un partido de fútbol o de squash o de ping-pong. 

Energizarnos mientras nos cansamos

Aunque nos cansemos físicamente, estamos introduciendo nueva energía mental en nuestro ser. Nos energizamos a través de la actividad al aire libre, simplemente caminando y haciendo respiración profunda. 

Toda esa fuerza que nos permite hacer las distintas acciones en cualquier momento del día, es la energía que está gobernada por nuestro interior de manera inconsciente. ¿Por qué digo que es inconsciente? Porque justamente, cuando practicas deporte haciendo tus 7 kilómetros habituales de footing, o cuando juegas un partido de paddle, no estás pensando en tu generación de energía ni en tu consumo de calorías. Solo sientes que te cansas (es obvio, esfuerzo físico) y nada más. Pero en realidad este cansancio físico es una salida de la energía que debes renovar, algo así como cuando ventilas una habitación porque abres la ventana ya que es un hermoso día de sol. Se renueva el aire, de la misma manera que con tu actividad deportiva has renovado tus energías. 

Del mismo modo que el aire viciado de un salón se renueva abriendo ventanas y dejando un buen rato que entre el aire fresco, tu cuerpo con la actividad deportiva está sacando el aire viciado (toda le energía negativa que hay que expulsar) y la estás reemplazando por una nueva, que es la que te permite seguir con todas aquellas actividades obligadas del día a día. 

Pero a su vez, no somos conscientes que estamos generando esa energía y que la estamos transmitiendo también a todo nuestro entorno, sea personal o laboral. Cuando nos reímos forzamos sin querer a que las personas también sonrían y se ríen. Es nuestra condición humana. Lo mismo con la energía. Sientes que la transmites y los demás también la perciben con agrado. A veces no reparamos en nuestra capacidad de transmisión y el beneficio que damos a las personas de nuestro entorno. 

Se acabó decir “hoy no tengo fuerzas”

Por eso es muy importante tomar conciencia de esas pequeñas cosas que nunca nos fijamos y que son muy importantes para poder incrementar esa capacidad energética y abarcar mucho más, en cuanto a lo que estamos dando, pudiendo hacer más cosas, ejercer más actividades, asumir más responsabilidades, etc. Tenemos que tener la certeza de que no nos vamos a quedar a medias, que tendremos la energía suficiente, que, dicho coloquialmente, implica erradicar esa expresión que frecuentemente escuchamos de compañero y/o jefes y/o socios que dice “hoy siento que no tengo fuerzas” en referencia a lo que tienen que hacer.

Es importante también darnos cuenta en qué momento estamos regulando nuestra energía, es decir mentalizarnos, hacernos conscientes, que sí la estamos generando a través de nuestra voluntad y esa firme determinación por asumir esa nueva responsabilidad para hacer esa tarea, o hacer ese MBA que no nos decidimos a hacer, etc. Porque lo que tienes que comprender es que siempre tenemos restos de energía en nuestro interior, que tenemos que ser capaces de utilizarlos de manera eficaz. 

La eficacia tiene que ver con la energía que aplicamos y los resultados que obtenemos. Lógicamente, cuando los recursos que tenemos que utilizar para hacer una cosa son mínimos y los resultados son buenos, decimos que tenemos una eficacia tremenda en lo que hacemos. Esto ya en términos empresariales y económicos, hablamos del rendimiento, y lo calificamos comentando que determinada persona está haciendo una contribución importante a la productividad de su departamento y también en general de toda la empresa. Entonces se ha definido lo que es la eficacia de su trabajo.

Pero para que ella sea productividad personal, tiene que haber una energía perfectamente orientada, lo cual requiere de aplicarse a fondo, tener en cuenta la experiencia que la persona tiene en las tareas a su cargo además de su formación y conocimientos. Pero esto es una cuestión que no solo afecta a ámbitos laborales, ya que influye en todas las actividades humanas, en las que también demostrará su eficacia. Nos referimos a la eficacia en las cosas que tienen que ver con nuestra cotidianidad más íntima, más personal, no perder tiempo en lo superfluo, salvo cuando a veces dices “tengo necesidad de descansar y tirarme en el sofá y no hacer nada”. 

Esto también es bueno, así como buscar nuestros tiempos de relax y descanso, y ni siquiera detenernos a pensar. “Parar la máquina” (una forma de expresar lo bueno que es reposar y reponer energías, especialmente las mentales).

Revisar lo actuado

La eficacia también puede medirse en función de la capacidad que tengamos de revisar en nuestra propia mente, a través de la reflexión y la meditación, para hacer una especie de inventario detallado de cómo hemos hecho las cosas, o de qué manera estamos llevando a cabo nuestras tareas, o si nos sentimos conformes con la planificación que estamos realizando para nuestro futuro y un largo etcétera.

Todo esto nos hace pensar que hay que tomarse como algo natural, que estemos buscando la eficacia de los recursos en cuanto a la energía que aplicamos y los resultados que obtenemos. Si buscamos nuestro rendimiento, casi sin proponérnoslo estamos renovando también nuestra energía. 

Una pregunta que me hacen habitualmente en diferentes circunstancias, sean cursos, seminarios o en mi actividad de coaching, es ¿cómo debo hacer para poder separar los problemas que requieren mi atención y me están generando preocupación? Aclaremos, que este nivel de tensión que se genera en nuestro estado anímico es un gran consumidor de energía. Dicha separación es para que no afecten las tareas y responsabilidades ordinarias.

Sabemos que tenemos esa capacidad natural de regenerar nuestra energía. Pero también sabemos, que, con frecuencia, cuando surgen dichas preocupaciones por problemas o retos a los que nos enfrentamos, lo que se inició como preocupación se puede convertir en ansiedad. ¿Puede ésta alterar aquella capacidad de regeneración de energía? ¡Claro que sí! La ansiedad es destructiva. 

La cuestión es separar el problema, identificándolo previamente, haciendo a continuación un diagnóstico de cómo solucionarlo, y entonces, si tenemos esa capacidad que decíamos más arriba de convencimiento y determinación, el resto de energía que podamos aún sacar, a pesar del cansancio físico y mental que tengamos, también se convierte en nuestro impulsor energizante. A tal punto, que cuando estamos haciendo la tarea por más complicada que se haya puesto la situación, la energía que hemos logrado renovar, va a ir desinflando la situación y poco a poco iremos ganando terrero hasta lograr nuestro cometido.  

Esto es un aspecto crítico fundamental, lo que a veces coloquialmente decimos “esa persona tiene una mente fría” en referencia a su capacidad para tomar decisiones en momentos complicados, sea de una crisis que tenga en la empresa, o de una personal que está atravesando en ese momento, etc. 

La capacidad para poner en una bandeja como si estuviésemos trabajando con un software muy avanzado, ciertas actividades que debemos realizar o responsabilidades que hemos asumido y demás cosas, y en otra bandeja la cuota parte correspondiente de problemas y desafíos que nos van presentando todas las cosas que tenemos entre manos, sería una manera analítica de hacerlo, aunque nos insumiría demasiado tiempo para ver y alinear cada problema con cada acción, con cada pensamiento, con los planes futuros etcétera. 

Esto en realidad no lo hace nadie, sencillamente podemos hacerlo a los fines de formación, caso de un curso en el cual se está formando a las personas en inteligencia emocional para que aprendan a gestionar mejor sus emociones, cómo establecer sus prioridades, etc., entonces sí a los fines analíticos hacemos todo este análisis de separar en diferentes bandejas y carpetas para poder asignar tal problema a tal acción, tal reto a tal planificación, etc. 

En la práctica los jefes/as que ya tienen una dilatada experiencia de trabajo y especialmente, en la dirección de personas, lo hacen todo simultáneamente (esa cabeza fría a la que nos referíamos), lo que es una consecuencia de saber aunar todos los elementos para poder canalizar la energía a cada acción y a evitar que se nos complique en algún momento del proceso. 

Los directivos experimentados saben que en determinado tipo de operaciones pueden darse problemas que ya tienen identificados, lo que a la hora de enfrentarse a cualquier imprevisto les facilita su capacidad de respuesta, sea un problema del mercado como es la forma en que ha reaccionado la competencia y qué puede afectar en breve a las propias actividades de la empresa.

En realidad, nuestra mente trabaja simultáneamente y opera en todos los frentes que tengamos abiertos gracias a la experiencia y a formación que tenga la persona, pero por sobre todas las cosas, porque no se deja acobardar por todos esos inputs que nos vienen del entorno. A veces, esta cantidad de imponderables nos pueden hacer pensar que no vamos a ser capaces con las herramientas que tenemos, de actuar con eficacia en función de lo que requieren las circunstancias

Y este también es otro punto crítico, aquel que provoca un desmoronamiento anímico, que nos hace sentir impotencia frente a la situación, que nos afloran sensaciones que tenemos en el cuerpo de que nos seremos capaces porque nos estamos creyendo que no tendremos esa energía necesaria. Creemos que nos faltará, que no podremos solventar la responsabilidad que está en nuestras manos. En cambio, si estás acostumbrado a lidiar con situaciones imprevistas, además de tu formación y experiencia, sabrás “administrar el oxígeno” como es alpinista que está a más de 5.000 metros de altura y el ascenso lo hace a pulmón. 

En cierto sentido, todos somos escaladores que vamos aprendiendo con la vida a gestionar nuestras energías, a más altura debemos ser más eficaces, pero jamás pensar que ya no tenemos energía suficiente para lograr coronar nuestro particular ocho miles. Así de simple. Convicción más determinación es igual a energía disponible para la acción.