Hasta qué punto cuesta enfrentarse a la opinión de cada miembro en el grupo

Una vez expresados con sinceridad el por qué habían decidido viajar a Abilene, los cuatro quedaron atónitos al darse cuenta que habían hecho un caluroso y largo viaje, además de haber comido mal, cuando en realidad ninguno de ellos había tenido las ganas de hacerlo.

Ninguno de los miembros de esta familia quería contrariar a los demás. Pero veamos que esto tan bien descrito en este relato, por qué se convierte en una paradoja. Algunas de éstas son razonamientos en apariencia válidos, que parten de premisas aparentemente verdaderas, pero que conducen a contradicciones o situaciones contrarias al sentido común.

Si como sucede en el relato, las preferencias individuales no coinciden con las acciones que finalmente se tomaron –realizar el viaje- es porque la decisión es tomada partiendo de la creencia de todos de que era algo que le gustaba al grupo. 

También puede decirse que cada uno pensó que era algo bueno para la familia. También hay que aclarar aquí, que esto ocurre en los equipos, cuando se cede en una posición para que no se ofrezca resistencia a tomar determinada decisión de parte del jefe de equipo, porque la persona que lo hace está convencida de que es en el interés del grupo y no es precisamente ella la que quiere oponer resistencia.

A este comportamiento que se llama “pensamiento de grupo” (Groupthink) se le analiza tanto a nivel de las conductas psicológicas individuales como de comportamiento social y reviste una gran importancia en las organizaciones en cuanto a las relaciones entre personas de un mismo equipo y de éstas con otros grupos de la empresa y con la Alta Dirección.

Debemos aclarar, que esa importancia que se le atribuye en las relaciones interpersonales, a su vez marca una gran diferencia en favor de aquellas relaciones que se establecen entre personas con sus colegas de equipo y/o departamento en preferencia clara sobre las que se establecen con la gerencia y/o dirección. Normal que así sea, por razones de proximidad, cantidad de horas de trabajo conjunta, cohesión del propio equipo, y especialmente, la convivencia de muchas horas por día.

También a este comportamiento que nos ilustra esta paradoja, se le llama “conformidad social”. ¿Por qué? Porque implica que, a nivel individual, las personas tienen cierta tendencia a dejarse llevar por la influencia del grupo, sea en las acciones que quiere emprender o por las opiniones que este grupo tiene sobre determinadas cuestiones. Son inherentes a las relaciones interpersonales ante las cuales ningún miembro del grupo a nivel individual quiere ir en contra de la opinión generalizada.

En el caso de la familia de Texas, no prevaleció la jerarquía que habitualmente existe en las organizaciones, por la cual, no tenía más consecuencias que el disgusto por hacer algo que, a nivel individual, ningún miembro de la familia le apetecía hacer.

Pero en una organización, emitir una opinión pública siempre conlleva el temor a que decir lo que se piensa o lo que se desea a un jefe o director, puede acarrear algún problema.

La moraleja de esta paradoja, es como bien señala el relato de Harvey, que, en muchas empresas al realizarse reuniones de comité, en las cuales no se está seguro de los resultados, ya sea por la falta de preparación o por los miembros que lo integran, es habitual que los ejecutivos americanos se pregunten: “¿Es que en esta reunión vamos a ir a Abilene?”, como diciendo, otra reunión en la cual no se tomarán decisiones o no se aclarará el problema que se ha planteado, etc.