Nuestra posición ante la opinión individual y colectiva

La evolución de la sociedad actual debido a la tecnología y a una innovación constante que invade todo el ámbito humano, nuestras actividades individuales, la forma en que consumimos, la forma en la que opinamos, por ejemplo, la libertad que nos otorgan las redes sociales, en definitiva, nos ha brindado el beneficio de contar con una sociedad ABIERTA a todo y todos (todas).

Entonces este proceso imparable también abarca a las organizaciones, las instituciones y desde ya que a los gobiernos.

Estamos en un punto en el que la opinión, sea de los ciudadanos o de los empleados de una empresa, fluye por todas las direcciones porque tienen medios (ciudadanos y empleados) para hacerlo. Otra cosa distinta es que se les escuche tanto a unos como a otros.

En el caso de los ciudadanos, cada vez hay más contestación social hecha con buena fe y que la clase política toma en consideración, por ejemplo, para legislar sobre algo que preocupa a la sociedad y no está regulado. O sea que la opinión es fundamental que se manifieste.

En el caso de las empresas también viene ocurriendo lo mismo, pero los intereses contrapuestos entre parte propietaria y empleados puede a veces hacer un poco más complicada la relación interpersonal, especialmente en cuanto a cómo se comunican. Aquí es donde entra juego, aceptar de buena manera la opinión o rechazarla de plano.

Pero los empresarios que están llevando una buena gestión y que tienen un buen equipo de personal (la suma de esfuerzos está haciendo el éxito) seguro que ya se han modernizado en este sentido, es más, les interesa la opinión de su gente. Es elemental que si se les pide responsabilidad y se les da autonomía para decidir (por ejemplo, porque tienen contacto directo con la clientela), va de suyo que se quiera escuchar sus opiniones. No hay otra manera de hacerlo, salvo que se sea una persona obcecada y más bien anticuada en su posición respecto a dar lugar a la opinión del personal.

Lo importante que nos deja de aprendizaje “La Paradoja de Abilene”, es que sabiendo que los individuos tratan de manera natural de contemporizar (agradar y no molestar) a los compañeros de equipo sobre cuestiones inherentes a ciertos cambios que hay que hacer, por ejemplo, en la coordinación horaria de los miembros, un buen jefe conociendo la realidad de los comportamientos de grupos humanos y de individuos (porque tiene experiencia en la dirección de personas) va a ser flexible y abierto. Va a facilitar ese diálogo, esa opinión y toda participación, para que los miembros de ese equipo y/o departamento no teman a represalias ni a que como suele decirse coloquialmente, el jefe lo tenga entre ceja y ceja (o sea, fijación con una persona o con lo que hace o dice esa persona).

Otra conclusión interesante para que los empresarios pymes tengan en cuenta, es que no solo hay que aceptar las opiniones, sino hay que promoverlas. Por eso, cuando la familia de Texas de nuestro relato quería agradar con su sacrificio (viaje incómodo con un calor excesivo, mala comida, etc.), estaba poniendo en valor a los miembros de la familia, no solo en cuanto a si tenían ganas de hacer el viaje, sino en cuanto a esa sensación de que estaban disfrutando de hacerlo. O sea, en un grupo humano el interés del grupo se manifiesta en la resignación de la voluntad de hacer algo, por ejemplo, en beneficio del interés común, pero gracias a esta experiencia tan aleccionadora, lo que puede evitarse es tener que hacerse “viajes con calor y mala comida” en términos generales, porque no se haya sido capaz de decir u opinar de la poca gana que cada uno de los miembros tenía y el factor climático que no acompañaba.

O sea, que, en un equipo de trabajo, sabiendo que esto ocurre, hay que facilitar cada uno al resto de integrantes, que se den las opiniones y más vale discutirlas, ajustarlas (siempre tomándolas a bien y no en sentido neurótico o echando culpas), para evitar los malos tragos (viaje con calor y mala comida) que provienen de una autocensura (no opinar por no contradecir) que lo único que se logra con ello, es que potencialmente se quede en el ambiente, un posible conflicto derivado de no haber expuesto claramente las opiniones cuando era preciso hacerlo.