En principio, el éxito es un concepto subjetivo para cada persona, por tanto, la forma de percibirlo es exclusiva de cada una. Hay personas que lo definen como riqueza y poder, por ejemplo, llegando a una posición en su carrera profesional en que ocupan un cargo de relevancia en una empresa. Otras creen que tener confianza en uno mismo puede ayudar a estar más abierto a probar cosas nuevas y a buscar diferentes oportunidades para crecer. 

También las hay que consideran que el éxito es comprender muy bien cuáles son sus valores, de manera de sentirse mejor con sus acciones y más seguro de las decisiones que toman. Especialmente cuando se ha demostrado una capacidad para superar los desafíos en su carrera, puede ser una parte importante de la búsqueda del éxito.

¿Por qué unas personas tienen más éxito que otras?

Si te preguntas respecto a por qué algunas personas tienen más éxito que otras, hoy te lo voy a poner fácil con esta pregunta: ¿sabes en qué momento te encuentras a ti mismo/a como una persona exitosa? Y la respuesta te abrirá la mente y verás que las posibilidades realmente las tienes muchas veces delante de tus ojos. 

… ¡Calma…aquí va la respuesta! El éxito siempre sucede cuando los sueños se hacen mayores que las excusas y los miedos. Vencer éstos últimos ya es una medida de éxito. Sabes que no hay peor actitud que cuando algo te sale mal, buscar una excusa para ello, tratar de encontrar una justificación. Desde ya que si a esto le sumas temores por tomar una decisión, también estarás aplazando las posibilidades de éxito. 

Veamos por ejemplo en el ámbito laboral, en concreto, ¿cuál es el pensamiento que ronda siempre en los responsables de dirigir los destinos de la empresa? No cabe duda, que la mayor preocupación es si están o no bien encaminadas las políticas hacia el éxito. Y para ir en esta dirección, tendrán que contar con personal que también vea que el esfuerzo que hace es bueno para su crecimiento personal, no solo de la empresa. 

La única manera de desmontar el sentimiento de desesperanza es cuando todas las personas de la organización, pero especialmente su líder, están llenos de pasión. Y la pasión se percibe de la misma forma que el aire acondicionado en los días calurosos de verano. Produce un efecto de relajación y de confort, al mismo tiempo que de seguridad, ya que una personalidad apasionada cuenta siempre con el antídoto contra aquellas emociones negativas que te terminan coartando el camino del éxito. Los sentimientos de frustración, celos enfermizos, tristeza, vergüenza, miedo, sentido de culpa, depresión, desesperanza, envidia y duda, que los doy a título meramente enunciativo, nos sirven para imaginar por un instante la carga tremenda de la negatividad emocional. 

Romper con esta corriente negativa está en cada uno de nosotros, sacar ese líder que llevamos dentro. Incluso, en actitudes en las que ayudas a otras personas, puedes también sentir éxito. Supongamos que un empleado que está bajo tu supervisión haya salido recientemente de una depresión y no le está siendo fácil retomar el ritmo de trabajo al que estaba acostumbrado, y gracias a ti, utilizando la poderosa herramienta emocional que es la empatía, le haces recuperar su rendimiento y autoestima, lo que es como devolverle a la vida.  

La empatía que transmites y la forma en que lo haces, preocupándote por cuál es el problema o la razón de su situación, le ayuda a reencaminar su trabajo, incluso instándole a asumir nuevas responsabilidades. Y de repente, sin que se haya percatado porque normalmente estas situaciones se dan en “silencio”, empieza a vislumbrar algo de luz y a volver a tener la sensación de que el mundo a su alrededor puede cambiar y que es parte inevitable de ese cambio. 

Ese es el reconocimiento que a él le devuelve las ganas de disfrutar cada día (su éxito) y a ti algo que no vas a publicar en los medios, pero que te produce esa satisfacción de haber contribuido a la recuperación de una persona de tu equipo. Para ti es un éxito.

El éxito jamás llega solo, ni puede adquirirse en ninguna tienda especializada. Tampoco está tan lejano como muchos creen ni tan cercano como para que sea algo corriente. Digamos que, se encuentra en el punto equidistante entre las metas alcanzadas y los fracasos del pasado o más recientes, que fueron los que nos condujeron hasta ese momento en que la “prueba es superada”. Ni está en la cima del Everest ni en las profundidades de los océanos. 

El éxito está en cada uno de nosotrosen la medida que hayamos comprendido que la dedicación responsable a nuestros trabajos, así como la responsabilidad que ejercemos a nivel personal y familiar en aras de la mejora y protección de los nuestros, nos produce un bienestar especial porque cerramos el círculo entre esfuerzo, sacrifico y satisfacción por haber hecho las cosas bien.

Esta forma simple de ver la vida es la que nos augura medidas razonables de éxito y no la conquista del mundo como estando en la proa de ese transatlántico que se decía que no podía hundirse y gritar “I’m the king of the world” (Soy el rey del mundo). 

No es necesario querer ser rey, porque el mejor reinado de cada persona está en el equilibrio entre lo que hace y dedica cada día, balanceando su trabajo y dedicación en relación a los pequeños momentos de disfrute con los suyos (familia, amigos y compañeros). Sin duda el balance entre vida familiar y laboral es también una dosis más grande o más pequeña (dependiendo de cada caso) de éxito.

Finalmente, el éxito cuando se alcanza por personas corrientes (incluso un líder que sea un jefe de equipo) no lo “gritan a los cuatro vientos” sino que dejan que los demás, especialmente la dirección, lo valore. 

También en el plano personal, cuanto más estable emocionalmente sea una persona, menos importancia dará al éxito sea circunstancial (un proyecto o logro puntual) o la valoración que de esta persona hagan los demás por el desarrollo de toda su carrera. Lo dejará en la parte invisible del iceberg y poco a poco la gente, colegas, amigos, etc. verán como asoma por encima de la línea de flotación, pero no porque haya querido exhibirlo, sino porque los demás lo han podido ver.