He informado sobre el sector del vino, apoyado en mi amiga y gran enóloga María Isabel Mijares, lamentablemente desaparecida recientemente.

Vuelve a la palestra la vieja polémica sobre el arranque de viñas, espoleado por un reportaje publicado en “El País”, del excelente periodista especializado Vidal Maté, con quien compartí redacción en el diario “5Días”.

España nada en un lago de vino, pero con situaciones muy distintas según regiones. La demanda de blancos gallegos está disparada. La producción media de vino en España es de 40 millones de hectolitros, para un consumo de 9,9 millones.  Sobra mucho vino tinto. Se han ido arrancando viñas desde los años noventa. Pero, ¡cuidado!: el vino español es extraordinariamente competitivo, el primero del mundo, en el segmento barato, hasta seis o siete euros litro.

Hay más de mil bodegas en España de cierto nivel, un sector que emplea mucha mano de obra. No tiremos al niño con el agua del baño. Los bodegueros son conservadores, tal vez demasiado. El maravilloso producto vitivinícola está muy encerrado en la tradición.

Hay un sinfín de posibilidades, más allá de las fórmulas comerciales tradicionales, muy poco flexibles. Abrámoslo el vino al mundo, globalizado y muy diverso. Hay millones de potenciales consumidores que nos lo agradecerían. Hay muchas cosas que se pueden hacer antes de arrancar las viñas, que florecen en nuestros paisajes con encanto sin igual.